Opinión
Altoparlante: ¡Qué ratas!
¡Qué ratas!
El dirigente estatal del PAN, Sebastián Zamudio Guzmán, es un ladrón ambicioso e implacable que no se ha detenido ni contra los sinaloenses que apenas tienen para comer.
Los testimonios directos de algunas de sus víctimas no dejan lugar a dudas.
Fui de visita con mi amá y mi apá, doña Jandina y don Juan “Buchanans”, a esa bella comunidad mueblera de Mesillas, Concordia, cuya gente se distingue por ser luchona y trabajadora.
Cumplimos también el compromiso de platicar con panistas que por las redes sociales acusaron a Zamudio de toda una serie de irregularidades en la conducción del blanquiazul.
El poder político usado de manera perversa, con ese partido convertido una empresa privada; las influencias del dirigente blanquiazul y las complicidades del gobierno, para beneficiar en la nómina a los parientes y amigos, y para castigar a quienes no se someten a sus designios y caprichos.
Los detalles referían un caso más de lo mismo, pero saboreábamos la exclusiva de balconear a un político hasta ahora alejado de señalamientos directos de corrupción.
Pero comenzó a perfilarse lo carnoso del asunto, cuando una de las personas entrevistadas dijo que ya le conocía las zancas al pollo, porque en sus cargos anteriores Zamudio dio muestras muy claras de sus gustos por el dinero mal habido y por lo ajeno.
Que con el pretexto de que no le pagaban lo suficiente, se llevaba a su casa los productos comprados para la limpieza de oficinas públicas; una señora interrumpe: “ratero, sí, pero no siempre tan chafa. Ahí está el dineral que se llevó con los créditos”.
Sucedió el año de 2011; Sebastián Zamudio consiguió ante el gobierno federal de Felipe Calderón créditos a fondo perdido para proyectos productivos por parte de la Secretaría de la Reforma Agraria, y para pies de casa a través de la SEDESOL federal.
Los créditos para proyectos productivos fueron por 198 mil pesos, de los que el gobierno descontaba oficial y formalmente la cantidad de 18 mil pesos como pago para el proyectista.
Alrededor de cincuenta de habitantes del municipio de Concordia se beneficiaron con estos apoyos de 180 mil pesos ya netos; viajaron varias veces en camión a las oficinas de la SRA en Culiacán, para las asesorías previas y los trámites oficiales.
Cuando los créditos estaban a punto de salir, les comunican de un nuevo y sorpresivo requisito: un pago adicional de 18 mil pesos más, que pronto creció a 30 mil.
El cobrador de ese dinero fue casi siempre Marcos Lizárraga, “proyectista” identificado como subordinado del hoy dirigente blanquiazul. Ningún recibo oficial de ese pago que a los beneficiarios se les dijo serviría para “estimular” la liberación de esos créditos, allá “arriba”.
Información coincidente de que un beneficiario se negó a pagar, tras verificar en la delegación de la SRA la ilegalidad de ese cobro.
Al ver su transa descubierta, Zamudio Guzmán no pudo detener la entrega del crédito, y furioso ordenó que el rebelde ya no fuera convocado a reunión, para evitar “contaminaciones”.
Los apoyos a fondo perdido para pies de casa se otorgaron en un número considerablemente mayor, con el condicionamiento de un pago por cuatro mil pesos, en las mismas condiciones: apoyo para la gestión, sin recibo oficial ni nada que se le parezca.
Con la voracidad a todo lo que da, los truhanessacaron de la lista a la gente más pobre que no pudo juntarles “sus” cuatro mil pesos; como una señora de Mesillas, quien sigue viviendo en su cuartito de lámina.
En su conjunto, estas raterías superan el millón de pesos.
Cuenta por supuesto Sebastián Zamudio con el derecho de réplica, para los alegatos que considere pertinentes; estamos ansiosos de que tenga el valor.
Mientras vemos lo anterior, una pregunta ingenua: ¿procederá la autoridad con la investigación de esta estafa, y del castigo a los responsables, o volverán a hacerse tontejos?
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