Opinión
Tiempos Políticos Ochoa Reza, lobo que quiere tragarse a Caperucita
Ochoa Reza, lobo que quiere tragarse a Caperucita
De la tragedia social que ocasionó el sismo en la Ciudad de México, Chiapas, Puebla, Oaxaca y Morelos, los dirigentes de los partidos políticos afilaron las garras para la rapiña. Y fue Enrique Ochoa Reza, presidente nacional del PRI quien aceleró el anuncio de canalizar 258 millones de pesos a esa causa, en la que evidentemente, encarnó en el lobo que se vistió de abuelita para engañar a Caperucita Roja.
Es francamente visible que el directivo del Revolucionario Institucional en el país, a quien en los altos círculos le apodan “El Clavillazo” por su gran parecido a uno de los mimos mexicanos más sobresalientes ya extinto, no se caracteriza por su generosidad y menos cuando se transita en medio en un proceso electoral en el que se disputarán la Presidencia de la República, las senadurías, las diputaciones federales y locales e incluso muchas alcaldías.
En esta tragicomedia, Enrique Ochoa Reza, le quiere dar de comer a los ciudadanos la dulce y jugosa manzana envenenada a través de la multimillonaria suma que publicitó ante los medios, que probablemente después le reembolsará el mandatario de la nación Enrique Peña Nieto, al llegarse las campañas.
Luego de la farsa, –como lo maquinó el lobo feroz para comerse a la niña- el titular del tricolor se tragará a los potenciales electores. Los apoyará para enredarlos un momento, pero los joderá los años que están por venir, como lo hacen con la maniobra de la torta y el refresco.
Está consciente que deshacerse del 25 por ciento del ominoso presupuesto que tienen como instituto partidista, no es nada. A estas alturas lo que trata es aprovecharse electoralmente de la desgracia, porque es una cifra mínima de toda la que planean despilfarrar para estar en lo que podría ser su última lucha y nivelar la caída del PRI ante el resto de las fuerzas políticas.
Los priistas, comenzaron a explotar a su favor el dolor y las lágrimas de las familias que se quedaron sin nada porque perdieron hasta a sus hijos, padres o hermanos que murieron en el accidente.
Y no es que los damnificados por el terremoto deban cargar con las secuelas del nefasto suceso, sino que el Gobierno Federal debió recortar recursos financieros a diferentes áreas, y sin gritar de dónde provienen o a qué área se le redujeron, enviar estos a la reconstrucción de las ciudades para que nadie se los refiera.
Enrique Reza Ochoa, ya lo pregonó como parte de un ardid publicitario y ventajista. Enseguida lo hizo Ricardo Anaya del Partido Acción Nacional, al señalar que aportarán el 50 por ciento de las prerrogativas que reciben en época de proselitismo. Al final procedió con ello Dante Delgado con el 100 por ciento, que no es mucho porque es un partido que ya perdió el registro en varias entidades.
Si no se reglamenta o se impide que hagan campaña con estos fenómenos, el priismo es el que se servirá de la vergüenza. Creen que apenas un terremoto los salvará de la derrota en 2018, pero eso está por verse.
El resigo de un sismo en Culiacán.
Dios nos libre, expresó una de las damas que en una reunión de empresarios que se realizó en uno de los salones de un céntrico hotel de Culiacán, cuando se enteró del segundo movimiento sísmico que se resintió este viernes en Culiacán después de las once horas y que le siguió al de la noche del jueves.
Con un sismo, desaparecería la ciudad y parte del municipio culiacanense, porque gracias a la corrupción de los gobiernos, la mayoría de las casas, son construcciones mal hechas. De fraccionamientos que carecen hasta de cimentación.
Este tipo de viviendas, crecieron como hongos y son la que ocupan la mayoría de los pobladores.