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Ana Gabriela Guevara, en exclusiva, recuerda a Fernando Valenzuela: ¡Eternamente 34!

Nací el año del debut de Fernando Valenzuela con los Leones de Yucatán, en el 1977. Crecí oyendo de él, viéndolo en televisor a blanco y negro porque era en un análogo donde se recibía señal del país vecino.

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Nací el año del debut de Fernando Valenzuela con los Leones de Yucatán, en el 1977. Crecí oyendo de él, viéndolo en televisor a blanco y negro porque era en un análogo donde se recibía señal del país vecino.

En ese tiempo aún no existía el pago por evento, ni tampoco la infinidad de plataformas que hoy disponemos para ver deporte en el mundo.

¡Qué lujo hubiera sido poderlo ver como hoy se tiene el alcance!

Recuerdo como si fuera ayer ese impacto que generó en mi persona verle triunfar, verlo trascender en aquellos años el boom de la migración, pero también donde muchos de los nuestros se aventuraban al sueño americano y desde la frontera, donde nací, las cosas se viven y se ven un distinto México.

Por ese motivo Fernando se volvió un estandarte, un referente y un orgullo de quienes estábamos en Mexico y los que, como él, buscaban poner en alto su nombre y su carrera.

Dodgers fue mi primer noción de equipo y cada año que mis padres me compraban calzado para el inicio del ciclo escolar, me volvía a comprar esos tenis grises con blanco y vivos azules de los LA Dodgers.

Foto: cortesía Ana Gabriela Guevara

Justo de camino al kínder a diario caminaba junto a mi madre y mi hermana de ida y de vuelta, pasaba por el costado del Estadio Dr Alberto Hoffer en mi natal Nogales, y la barda del jardín izquierdo tenía un hueco a la mitad de la tercera base y el home.

Todos los días me adelantaba a ver lo que pasaba dentro. Regularmente en la mañana estaban regándolo, al medio día ya había acción, en la no dimensión de las cosas dentro de mí decía: Esto hace Fernando!

Eran sólo minutos en lo que mi mamá llegaba para decirme vamos sigue caminando…

Perdí la cuenta de cuántos juegos lo ví y lo único que sí recuerdo es que me dije un día quiero ser como él!

Fernando Valenzuela marcó mi infancia. Jugaba beisbol por él, narraba el juego como lo hacían para él, era yo una más de la ¡FERNANDOMANIA!

Los años siguieron y con ellos sus triunfos y su palmarés se acumulaban. Su legado ya en ese momento tenía cause de destino, porque en el inicio de la década de los noventas iniciaba mis pasos en el deporte y él llegaba a jugar con los Naranjeros de Hermosillo.

Fue ahí donde lo ví por primera vez, los eruditos decían ya no es el mismo, ya no pitchea como en sus buenos tiempos, y Derek Bryant, el entonces manager de los Naranjeros lo bajó de la loma en la séptima entrada con el juego ganado.

Yo lo veía igual, así como también oía el rugir del estadio reconociendo al nuestro ¡Toro! ¡Toro! ¡Toro! Ovación de pie, siempre un lujo.

Tuve el gran honor de ser reconocida como lo mejor del deporte en el país junto a Julio César Chávez, Hugo Sánchez, Maria Espinosa y Lorena Ochoa.

Emotivo aquél momento junto an mis tres ídolos, quienes marcaron mi infancia y mi juventud, para lograr ser parte de lo que hoy es historia pura.

La vida me permitió poder decírselo en persona a Fernando, convivir con su familia, admirarlo como el gran ser humano antes que el grandioso deportista que logró ser.

Le pedí que me enseñara cómo se lanzaba el tirabuzón y ahí en el palco en pleno juego, ¡tuvo el gran gesto de hacerlo, de enseñarle a una niña!

Foto: cortesía Ana Gabriela Guevara

Me guió y enseñó donde acomodar la mano en la costura hasta el momento de soltar la paleta de la espalda, siempre me hizo hincapié que para que se lograra, tenía que haber un pequeño piquete debajo de la paleta de la espalda, por el movimiento de la muñeca, para lograr el efecto que lo llevó a tantos triunfos y mandar al banquillo en blanco a los más grandes como Don Matingli, David Winfield, George Brett, entre muchos grandes de ese tiempo.

Los hizo abanicar y sólo se tuvieron que regresar al dogout diciendo: ¿Qué hace? Cómo lo hace?

¡Y como decimos en Sonora pues, lo hizo! TRIUNFÓ más, mucho más de lo que hoy podemos entender.

El legado de Fer es incalculable hoy. Todos los niños y jóvenes que practican el beisbol saben quién es y lo qué hizo

Él abrió la puerta de la Gran Carpa, las Grandes Ligas.

Gracias Fernando por siempre! Gracias porque tu tiempo es infinito. ¡Ya eres leyenda y eso te hará muy feliz querido Fer, donde estés!

Nuestro cariño te hace único y aunque trascendiste al otro plano, seguirás presente. ¡Donde estés te abrazo mi eternamente 34!

*Ana Gabriela Guevara fue campeona mundial en 400 metros planos en el Campeonato Mundial de París 2003 y medallista de plata en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004.

Con información de Forbes

TR

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