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‘Amigos de armas’: Atemorizante e hilarante mirada al armamentismo

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La filmografía de Todd Phillips básicamente consiste en cintas humorísticas centradas en amistades entre hombres y en las travesías que estos emprenden para alcanzar un fin en común.

Es una constante vista desde Viaje censurado -su debut en cine de ficción-, pasando por la exitosa trilogía ¿Qué pasó ayer? y ahora constatable enAmigos de armas, su filme más maduro y uno que lo muestra juntando su inclinación por el retrato de eventos reales (Phillips comenzó haciendo documentales y este filme está basado en hechos verídicos) con la inquietud de todo realizador de explorar el terreno de lo dramático.

La vida de David Packouz (Miles Teller), un masajista profesional, debe tomar un giro urgente como consecuencia del sorpresivo embarazo de su novia, pues el dinero que gana será insuficiente para mantener a su familia ahora con la llegada de un nuevo integrante.

Por circunstancias fortuitas Packouz se reencuentra con Efraim Diveroli (Jonah Hill), un amigo de la infancia que, atendiendo convocatorias públicas consultables en un sitio web gubernamental, se dedica a vender armas de fuego al ejército estadounidense.

Orillado por sus necesidades, Packouz acepta la oferta de trabajo de Diveroli y juntos comenzarán a hacerse de contratos cada vez más jugosos que los llevarán a la cúspide de la prosperidad económica y al involucramiento con gente que les podría significar una súbita caída.

Debe quedar claro que Amigos de armas no es el producto hilarante que los avances tanto insisten en vender. Los momentos cómicos están destinados a solo unas cuantas ocasiones y la principal preocupación de Phillips se mantiene en el retrato de la escalada al éxito de un par de veinteañeros ambiciosos que de pronto se ven envueltos en ligas y peligros que jamás hubiesen anticipado.

Estructuralmente la película podría considerarse un replanteamiento de la Caracortada de Brian De Palma, y no es coincidencia que la cinta de 1983 esté presente tanto en el diseño del poster promocional como en el argumento mismo, en la forma de referencia constante.

Llama la atención que Amigos de armas tenga una evidente agenda política. Desde su arranque arroja datos sobre la industria armamentista y subraya la justificación económica detrás de todo conflicto bélico mediante líneas que ridiculizan el espíritu naïve de quienes asumen que la guerra, como concepto, obedece a un choque de ideales que motiva la toma de acciones determinantes.

Con Amigos de armas Phillips se muestra como un cineasta transitando hacia su madurez artística y ofrece un producto sólido que invita a la reflexión en torno a la compraventa de armas y al análisis de los conceptos legales utilizados, todo mientras exhibe a Hill como un actor de rango amplio, capaz de arrancar carcajadas pero también de inspirar temor fundado.

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