Tras la resaca de San Valentín, se celebra solo dos días después el día los Amores Imposibles. Aunque no goce de tanta popularidad como el primero, tratándose de una efeméride un poco apócrifa (nadie lo estableció así, tan solo figuran breves entradas por Internet), resulta curioso que exista un día del calendario dedicado a la exaltación del desamor; a fin de cuentas, la carencia de afecto, la imposibilidad de establecer un vínculo romántico verdadero con quien siempre hemos soñado o simplemente la tendencia a enamorarse platónica e idealmente por una persona, suele despertar sentimientos tanto o más intensos que los del enamoramiento.

En San Valentín, los restaurantes están llenos de parejas de larga data, los cines repletos de adolescentes que se gustan y las salas de baile más modernas de jóvenes lanzándose a dar su primer ‘pico’. Y, sin embargo, la escena más típica del desamor suele ser el silencio de una habitación vacía o el hueco libre de la cama, poniéndonos poéticos. Muchas de esas parejas que celebran por todo lo alto que se quieren también caen en las presiones del día a día, de la rutina y lo que ya es todo un cliché: el sempiterno consumismo capitalista con el que siempre se critica la gran efeméride de los enamorados.

Apuntaba el periodista Ignacio Pato en X que el pueblo debería exigir “días libres por enamoramiento o ruptura”, y tanto si acabas de encontrar el amor justo en San Valentín como si ya estás empezando a aceptar que lo vuestro nunca podrá ser, lo que está claro es que la máquina económica tiene que seguir funcionando. Y así, de alguna forma, vamos dejando para más adelante lo realmente importante, aquello que nos hace sentir vivos para bien o para mal, y que no es otra cosa que el amor. Sin duda alguna, este sentimiento parece ser el que sostiene a los demás, como decía aquel poema de Raymond Carver titulado Último fragmento: “¿Y conseguiste lo que / querías en esta vida? / Lo conseguí. / Considerarme amado, sentirme / amado sobre la tierra”.

Todo lo que nunca se ha llegado a materializar luce mejor que lo que ya es un hecho, una realidad. ¿Puedes sentirte amado por alguien que nunca te amó, pero en el que proyectas todo ese imaginario romántico? Un amor imposible inspira muchas más canciones bonitas que un amor real y consumado: a uno le agregamos partes de nosotros mismos como fruto de esa idealización y el otro hay que mostrarlo cada día, siendo fiel al compromiso que adquirimos. Y, sobre todo, sobrellevando todos los defectos y manías de la persona con la que estamos, algo que no es precisamente fácil.

Un amor egoísta

Por no hablar de las películas. Que se lo digan a Tom, el personaje que interpreta Joseph Gordon-Levitt en (500) Días Juntos (Marc Webb), la que puede que sea la gran película sobre lo muy ególatra que resulta enamorarte de alguien con quien nunca estarás. Tras un sinfín de rechazos por parte de Summer (interpretada por una brillante Zooey Deschanel), Tom es incapaz de asumir que no va a ser la madre de sus hijos y nunca vivirán felices ni comerán perdices. Entonces, su mente es incapaz de darla por perdida, insertando en ella atributos que no son reales y que forman más parte de lo que podría ser su novia ideal que de quién es en realidad Summer y lo que busca en una persona.

“Un amor que se torna ideal se basa en una relación solo contigo mismo, porque la puedes moldear a tu manera”

El film, que tras el estreno lucía ser una película adorable de amor, en realidad resultó ser una exhibición del lado más egoísta y siniestro de los amores platónicos. Lo resume muy bien Mónica Zas en un artículo publicado en Eldiario en el que disecciona a la perfección la película: “Tom escucha a Summer en el karaoke y se la imagina haciendo reír a sus amigos, pasean por Ikea y se la imagina amueblando su casa nueva, se dan unos besos en el ascensor y les imagina teniendo sexo desenfrenado en la oficina, tararea a los Smiths y se imagina saltando juntos en un concierto. Pero el verbo clave es el mismo: imaginar”. En definitiva, queriéndola tanto, en realidad solo se quiere a sí mismo porque ella no es como la ve, y al final acaba desarrollando una obsesión delirante aumentada por el choque de realidad que continuamente recibe al no corresponderse su fantasía con la realidad. En el fondo, su amor por Summer es profundamente egoísta, pues no acepta emocionalmente su rechazo.

En realidad, “un amor que se torna ideal se basa en una relación solo contigo mismo, porque la puedes moldear a tu manera”, opina Ana Lombardía, sexóloga y psicóloga española. “La realidad no puede competir con lo maravilloso de la fantasía que monto en mi cabeza, entonces nos cuesta mucho soltar esa idea y pasar al otro punto para relacionarme con alguien disponible o al que pueda acceder de manera real”. Como decíamos, amores imposibles hay muchos: un ex de hace años, un antiguo amigo o amiga con el que siempre hubo feeling o una persona que acabamos de conocer y que ya está comprometida con otra. Pero lo verdaderamente difícil es encontrar a una sola persona con la que poder compartir el tiempo y el espacio, con la que construir una intimidad compartida.

“Si todavía quieres volver con tu ex, no es el mejor momento de comenzar ninguna historia con nadie porque esa herida sigue abierta”

Ahora bien, ¿cómo se celebraría ese Día de los Amores Imposibles? “Podría ser el día en el que permito regodearme en la nostalgia para luego dejarla marchar”, asegura Lombardía. “Si esta efeméride se consolidara y se hiciera más popular, podría ser un buen día para caer en la nostalgia o la fantasía de lo que podría ser (pero no es). Nunca convendría llevarlo a la práctica, es decir, no deberías liarte con un ex al que añoras. Una cosa es lo que sientes y otra, lo que haces con ese sentimiento, y en este caso, está bien sentirlo para luego dejarlo pasar sin ponerlo en acción”. Más bien, esa emoción te lleva a la inacción, porque un amor realmente imposible nunca puede llegar a materializarse. Si no, sería un amor “por si acaso”.

Amores sin cuerpo o virtuales

En caso de que ese amor imposible sea un ex a quien no conseguimos olvidar y queremos que vuelva, “no es el mejor momento de comenzar ninguna historia con nadie porque esa herida sigue abierta y estás sintiendo que todavía quieres estar con la otra persona”, observa la sexóloga. Por otro lado, también puede que ese amor imposible sea un mero capricho que nos conduce a la infidelidad. “El que yo desee algo no significa que tenga que actuar en consecuencia“, asevera Lombardía. “Podemos desear a muchas personas, y eso no está mal, el problema viene si rompemos el pacto con nuestra pareja. Hay que hacer un ejercicio de madurez y pensar en todo lo que hemos construido con ella, y luego ya decidir”.

Por último, tal vez el amor imposible de nuestra vida sea de naturaleza artificial. Esto no es baladí, teniendo en cuenta que en Estados Unidos ya hay muchos casos de duelo que están siendo atendidos por profesionales de salud mental al sentir desamor tras una ruptura dolorosa y repentina con un chatbot emocional. Puede parecer una locura, pero haríamos mal en desdeñar que, si se populariza el uso de este tipo de tecnologías en nuestro país en no mucho tiempo, nosotros también podemos caer en esta suerte de amor imposible. En este sentido, la imposibilidad viene marcada por la propia naturaleza de una de las partes, la cual no es que sea irreal, sino incorpórea. Y no, para que un amor sea posible ambas partes tienen que tener una masa, unos órganos, una boca con la que besar; y si no, que se lo pregunten al personaje de Her, la célebre fábula sentimental de nuestros tiempos creada por Spike Jonze.

Lombardía compara este tipo de relaciones a las que se dan con personas reales, de carne y hueso, pero solamente en la esfera virtual. Al preguntarle si ha tratado ya a pacientes por casos de desamor con inteligencias artificiales nos responde que no, pero que sí a personas que tienen parejas que se construyen por la vía telemática y no la presencial o física. Tras la pandemia, hubo mucha gente que comenzó a preferir la cercanía virtual a la física, lo que llevó a muchos romances propulsados por la comunicación vía chat o videollamada. Y ahora, tiempo después, no consiguen salir de ese formato relacional, prefiriendo seguir así en vez de compartir un tiempo y espacio en común. “Depende mucho de cada caso, pero por norma general hay un choque de realidad que te pone los pies en la tierra”, admite. “Tienes que reflexionar sobre qué ha pasado en ti mismo para que hayas acabado en esa fórmula de pareja”.

Con información de El Confidencial.

JR