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México

Incursiones silenciosas de EU en México: por aire, agua y espacio

La ayuda de la Dirección Federal de Seguridad a la CIA en plena Guerra Fría, el caso ‘Kiki’ Camarena y hasta la vigilancia del FBI contra Los Zetas. Así operaban agentes extranjeros en suelo nacional

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La luz de los arbotantes de Paseo de la Reforma ilumina el parabrisas de un camión que se dirige hacia una bodega al noreste de la capital mexicana, adonde ingresa cerca de la medianoche del miércoles 18 de diciembre de 1959.

Cerradas las puertas, la calle queda custodiada por cuatro francotiradores. Dentro, técnicos de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) tienen seis horas para examinar y regresar a su sitio la delicada carga: una réplica exacta y funcional de la Lunik 2, la sonda espacial soviética más avanzada desde los Sputnik.

La nave había llegado a México en noviembre, como parte de la “Exposición soviética de técnica, ciencia y cultura”, la cual se montó en el Auditorio Nacional y fue inaugurada, en visita oficial por Anastás Mikoyán, presidente del Consejo de Ministros de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y número dos del Kremlin.

Pero aquella noche, tras ser desmontada la exhibición, el camión en el que fue subida la cápsula espacial presentó una supuesta avería.

El conductor original fue sustraído voluntariamente, previo soborno, y el grupo de espías se llevó el vehículo. Ahora, la Lunik 2 está en su poder.

Ahí los técnicos estadunidenses abren la caja de embalaje, desensamblan piezas y examinan los circuitos, tras remover una placa con el emblema de la URSS; toman fotografías de los dispositivos y del procedimiento. Después reensamblan con la misma minucia.

Al amanecer deben reintegrar la nave espacial a su inventario. Le espera un viaje en los furgones de carga de la estación de ferrocarril de Pantaco, Azcapotzalco, de donde estaba previsto que saldría a las 8:00 de la mañana rumbo a Veracruz y de ahí a Tampico bajo la custodia de la escuadra armada que comanda el agente soviético Boris Kolomykov.

Mientras la Lunik 2 sale hacia la estación ferroviaria, en el Hotel Ágnes de la colonia Condesa apenas se espabilan los agentes de Kolomykov, que han sido neutralizados por un escuadrón de chicas de la vida nocturna preparado por la Dirección Federal de Seguridad (DFS) del gobierno mexicano, coordinada con la CIA.

El episodio no surgió de la pluma del novelista León Uris. Son las revelaciones de un documento desclasificado sobre una de las distintas incursiones silenciosas de las agencias y tropas de los Estados Unidos en México.

A partir de documentos desclasificados y memorias de protagonistas de alto nivel, MILENIO recrea un puñado de operaciones que ocurrieron lejos de la luz pública, con o sin conocimiento del gobierno mexicano.

En el caso del Lunik, muchos años después de la desclasificación de los documentos sobre ese episodio, no se sabía el país donde había ocurrido la operación.

Fue el ex directivo del Centro Nacional de Interpretación Fotográfica de la CIA quien reveló el lugar en su libro “Ojos en el cielo: Eisenhower, la CIA y el espionaje aéreo de la Guerra fría”, publicado en 2010.

DF, “la mayor oficina de operaciones” de la CIA en la Guerra Fría
Con la participación de México en el Frente del Pacífico de las Fuerzas Aéreas Aliadas, la relación con Estados Unidos salió fortalecida tras la Segunda Guerra Mundial.

Cuando ocurrió el “secuestro del Lunik”, en 1959, había comenzado ya la luna de miel de los organismos de inteligencia de Estados Unidos con los gobiernos mexicanos, que se prolongaría hasta los años setenta.

El propio jefe de estación de la CIA en Ciudad de México, Winston M. Scott, terminaría aparentemente obnubilado por ese idilio, al punto que salió a finales de los años sesenta de nuestro país bajo presiones porque sus informes supuestamente carecían de credibilidad.

Según el libro de Jefferson Morley, ‘Nuestro hombre en México’ (Taurus, México, 2010), Scott inició en diciembre de 1958 la operación “Litempo”, consistente en el reclutamiento de “agentes y colaboradores a sueldo” de alto perfil, incluidos el entonces presidente Adolfo López Mateos, los futuros presidentes Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría Ávarez, y el futuro jefe de la Dirección Federal de Seguridad (DFS), Fernando Gutiérrez Barrios.

​En medio de esas redes ocurrió el “secuestro del Lunik”, cuya misión de espionaje industrial en el contexto de la carrera de espacio entre la URSS y Estados Unidos detonó el despegue de la era espacial estadunidense.

De acuerdo con Moreley, la estación de CIA en nuestro país había sido “la mayor oficina de operaciones de inteligencia de Estados Unidos en el hemisferio occidental y un puesto de avanzada en la Guerra Fría contra la Unión Soviética”.

En los setenta, el romance entre las agencias de espionaje estadunidense y el gobierno mexicano pasó a ser como un matrimonio resignado y disfuncional. 

Mientras que en 1968 la estación en Ciudad de México enviaba a Washington reportes afines a las posturas del gobierno de Díaz Ordaz frente al conflicto estudiantil, sobre la matanza de normalistas en 1971, la CIA asumió una postura más cautelosa, si no es que hostil.

Un informe secreto del Departamento de Estado titulado “México ¿Un problema emergente de seguridad interna?”, fechado el 23 de septiembre de 1971, plantea problemas de gobernabilidad bajo el gobierno de Echeverría, identifica a los “halcones” como un “grupo de matones organizado por el gobierno” destinado a “enfrentar” la agitación estudiantil sin el uso de fuerzas de seguridad uniformada.

Además, aborda también el descontento del Ejército Mexicano en ese momento y su disposición a “romper algunas cabezas” de estudiantes.

La hora de la DEA
Para los años ochenta las incursiones estadunidenses cambiaron ante la inminente caída de los regímenes totalitarios socialistas del Este europeo y de la Unión Soviética misma. En Latinoamérica comenzaba la guerra contra las drogas, o lo que el sociólogo mexicano Francisco A. Gomezjara llamaba “la guerra del gobierno estadunidense por el control del mercado internacional de drogas”.

Las operaciones encubiertas mayores ahora serían ejecutadas por la agencia antidrogas de Estados Unidos, DEA, centrada en dar seguimiento a capos del crimen organizado y a funcionarios implicados en las redes criminales.

Un parteaguas en ese cambio fue el caso de Enrique Kiki Camarena, agente encubierto de la DEA adscrito a la oficina en Guadalajara, quien bajo la fachada de agricultor se infiltró en el Cártel de Guadalajara, la organización delictiva que lideraban Rafael Caro Quintero, Ernesto Fonseca Carrillo, Miguel Ángel Félix Gallardo, Manuel Salcido Uzeta, conocido como El Cochiloco, y Juan José Esparragoza Moreno, El Azul.


El 7 de febrero de 1985, Camarena fue secuestrado en una operación dirigida por Sergio Espino Verdín, comandante de la Dirección de Investigaciones Políticas y Sociales de la Secretaría de Gobernación, quien trabajaba con su equipo para el Cártel de Guadalajara.

Su tortura y asesinato modificó el terreno sobre el que operaban las agencias estadunidenses en México y sus relaciones con la alta burocracia local. 

Por este delito, Caro Quintero fue procesado y condenado a 40 años de prisión, pero fue liberado en 2013 y reaprehendido casi 10 años después. Recientemente fue enviado a Estados Unidos, donde es procesado por ese y otros delitos.

Cazanarcos y secuestro de sospechosos

Uno de los sucedáneos de ese asesinato fue el secuestro del médico mexicano Humberto Álvarez Machaín, señalado de colaborar en la tortura del agente Camarena, manteniéndolo con vida para seguir recibiendo castigo. 

Ante la negativa del gobierno mexicano de extraditar al cirujano, la DEA contrató mercenarios locales que lo secuestraron en 1990. Fue llevado a Estados Unidos, donde fue presentado ante una corte de Los Ángeles.

Aunque Álvarez Machaín fue absuelto, la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos determinó en 1992 que el secuestro de una persona en otro país no impide que sea juzgada en sus tribunales.

Un caso semejante al del narcotraficante Ismael El Mayo Zambada, líder del Cártel de Sinaloa, quien arguye haber sido secuestrado en un rancho cercano a Culiacán.

El rastro de las drogas fue desde entonces el objetivo central de las operaciones secretas de Estados Unidos en territorio mexicano. 

Un memorándum de la DEA fechado en Bogotá, Colombia, el 28 de marzo de 1994, refiere actividades de personal de esa dependencia infiltrado en operaciones criminales en México.

“Antonio Bermúdez Uribe, alias El Arquitecto, fue identificado como un importante narcotraficante colombiano que coordinaba el transporte de cocaína de Colombia a Estados Unidos vía México” comentó. 
“En julio de 1992, Bermúdez y sus lugartenientes en la Ciudad de México negociaron con un agente de inteligencia de la DEA para coordinar el envío de cuarenta toneladas de cocaína desde Colombia, a través de México, a Estados Unidos”, señaló. 
“Aunque la investigación de la organización de Bermúdez en México ha resultado en importantes incautaciones de cocaína y el arresto de miembros clave de la organización, se reorganizó de inmediato y continúa transportando cocaína a través de México utilizando una organización mexicana alternativa”, apuntó.
Ya en este siglo, un reporte fechado en Washington el 9 de noviembre de 2010, recogió las indagatorias del personal del Buró Federal de Investigaciones (FBI) que daban seguimiento a la organización criminal Los Zetas en Coahuila. Reportaron desde Saltillo una lista de agentes policíacos locales vinculados a ese grupo y a diferentes homicidios.

Uno de los reportes iniciales dice: 

“Prestación de apoyo a Los Zetas por oficiales de la Policía Municipal de Saltillo. Participación policial en tráfico de drogas y homicidios en mayo de 2009”.
Los nombres de los policías fueron eliminados en la versión desclasificada del documento. Incluía la advertencia: 

“El destinatario deberá destruir las copias electrónicas e impresas del original”

Con información de Milenio

México

Prohibición de narcocorridos: medida parcial ante un fenómeno cultural complejo, advierte experto

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Foto: Cuartoscuro/EFE.

En entrevista para MVS Noticias con Diana Alcaraz en ausencia de Luis Cárdenas, Omar Cerrillo, investigador de sociología de la música del Tec de Monterrey, habló sobre ¿cómo impactan los narcocorridos en la cultura mexicana?

“Es un tema controversial, que desemboca con todo lo que ha pasado en el país. El impacto es alto, principalmente por la apología del delito; hemos normalizado la violencia, nos hemos acostumbrado a eso, y pues repercute”, señaló Cerrillo, en relación con la creciente presencia de estos contenidos en la vida cotidiana.

¿Escuchar narcocorridos hace que te involucres con el crimen organizado?

No obstante, el especialista enfatizó que escuchar narcocorridos no genera, por sí solo, una conducta delictiva. “La evidencia que tenemos en estudios es que no por escuchar música generes esa conducta. Los videos muestran joyas, mujeres, autos, que generan un deseo, pero opera similar a una publicidad cualquiera. Si ves un anuncio de un centro vacacional, dices: ‘yo quiero ir’. Es un poco así, pero no es influencia directa, no por escuchar te vas a incorporar al narco”.

¿Es bueno prohibir los narcocorridos?

Sobre la medida de prohibir la interpretación de narcocorridos en espacios públicos, Cerrillo se mostró escéptico respecto a sus resultados. “La prohibición difícilmente va a conducir a algo. Aun cuando dejes de ejecutar públicamente estos corridos, la gente los va a buscar. Es una medida parcial que de poco o nada sirve”.

Desde su perspectiva, abordar este fenómeno requiere una estrategia más integral. “Es un fenómeno muy complejo. Desde el Estado es difícil decir: ‘esto se va a hacer’. Intervienen muchos ejes, como empresarios que movilizan la cultura. Es una política pública que debe hacerse en conjunto, no de manera aislada”.

Así, la prohibición de narcocorridos aparece más como un gesto simbólico que una solución real a un problema que va más allá de la música: una sociedad expuesta continuamente a narrativas de violencia y poder que, aunque no determinen el comportamiento, sí moldean aspiraciones e imaginarios colectivos.

Con información de MVS Noticias.

CAC

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Policíaca

Joaquín Guzmán López: Cancelan audiencia de ‘Chapito’; tampoco aparece en el Buró de Prisiones

Esta es la segunda vez consecutiva que esto sucede, ya que dicha audiencia estaba programada inicialmente para el 19 de marzo.

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Foto: Canva / DEA

Por acuerdo de las partes, la audiencia que Joaquín Guzmán López tendría esta mañana en la Corte Federal del Distrito Norte de Illinois fue cancelada nuevamente y enviada a una nueva fecha.

Esta es la segunda vez consecutiva que esto sucede, ya que dicha audiencia estaba programada inicialmente para el 19 de marzo. Luego se reprogramó para el 18 de abril y ahora ha sido cambiada al 2 de junio.

Desde que Joaquín Guzmán López fue arraigado el 30 de julio de 2024, en una audiencia donde se declaró “no culpable” frente a la jueza Sharon Johnson Coleman, solamente se ha presentado a una audiencia más: la del 7 de enero, en la que la fiscalía pidió más tiempo debido a la complejidad del caso.

Los anuncios de cambios de audiencia y las peticiones de más tiempo son normales en los juicios federales, ya que las fiscalías están obligadas a llevar a juicio a un acusado a más tardar 70 días después de su arraigo formal, que en este caso ocurrió a finales de julio del año anterior. Por lo tanto, las solicitudes para cambiar fechas o declarar los casos como “complejos” permiten extender ese plazo.

¿Joaquín Guzmán López en prisión de baja seguridad?

Por otro lado, desde el 16 de octubre pasado, Joaquín Guzmán López no se encuentra en ninguna prisión adjunta al sistema del Buró de Prisiones Federal, por lo que es altamente probable que esté detenido en una cárcel local de baja seguridad.

Esto podría ser parte de los beneficios que ha obtenido mediante negociaciones para convertirse en testigo protegido en el caso contra Ismael Zambada García “El Mayo”, quien está detenido y procesado en Nueva York.

Con informacion de MVS Noticias.

CAC

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México

Vinculan a proceso a influencer Pía Díaz por hacer video en la Guardería ABC en Hermosillo

La influencer de Badabún ingresó al lugar en donde murieron 49 niños el 5 de junio de 2009 para hacer un video de redes sociales

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Ana N, mejor conocida como Pía Díaz por ser influencer del canal de Badabún, fue vinculada a proceso por ingresar y alterar la escena del crimen en donde 49 niños murieron en la Guardería ABC, el 5 de junio de 2009, ubicada en Hermosillo, Sonora. La mujer entró al lugar de la tragedia para realizar un video de redes sociales.

El Juez de Distrito Especializado en sistema penal acusatorio del Centro de Justicia Penal Federal en Sonora determinó la vinculación a proceso de Ana “N” por su presunta responsabilidad en el delito de encubrimiento en su hipótesis de “al que altere ilícitamente el lugar del hecho delictivo”, previsto en el Artículo 400 Párrafo Primero Fracción VI del Código Penal Federal.

El abogado explicó que por tratarse de un delito no grave, solo se determinó que la creadora de contenido deberá acudir a la firma periódica y el juez le prohibió cambiar de residencia, toda vez que la influencer del canal de Badabún es oriunda de Hermosillo, en donde ocurrió la tragedia.

Pía Díaz entró a la guardería ABC que se encuentra resguardad por las autoridades federales. En el lugar, la mujer hizo un video que hizo para el canal Badabún, en el que mostró algunos juguetes, zapatos y otros objetos calcinados, que permanecen hasta la fecha.

Por ello, los padres de los niños fallecidos en la Guardería ABC mostraron su rechazo a las acciones de Pía Díaz, pues de acuerdo con ellos denota “una falta de respeto” para las víctimas, quienes consideran que no han recibido la justicia adecuada.

¿Quién es Pía Díaz, la influencer que entró a grabar la Guardería ABC?

La creadora de contenido solía compartir videos entrevistando a celebridades y otras personas. Fue en el mes de junio de 2021 cuando la influencer se metió en problemas legales tras ingresar de forma ilegal a la Guardería ABC y grabar un video dentro de las instalaciones. 

Sin embargo y pese a la vinculación a proceso, Ana sigue compartiendo publicaciones en sus redes sociales, las cuales comercializa con videos y fotos, como el que grabó en la guardería ABC.

Con información de El Heraldo.

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