Revelan que “El Perris” entregó al Mayo Zambada: fue ejecutado por traición

Jorge Humberto Figueroa Benítez, alias “El Perris” o “El 27”, no murió como viven los capos en las series: fue abatido el 23 de mayo en una casa modesta en Navolato, sin escoltas, sin lujos y con un tiro en el rostro. 

La versión oficial habla de un enfrentamiento con el Ejército. Sin embargo, las revelaciones del periodista José Luis Montenegro en entrevista con Azucena Uresti abren otra lectura: la de un traidor ejecutado por sus propios antiguos aliados.

El hombre que traicionó a todos

De origen sinaloense, “El Perris” comenzó su carrera en las filas de los Dámaso, pero se unió a Los Chapitos cuando esa facción se disolvió tras la caída del Mini Lic.

En ese nuevo entorno criminal, escaló posiciones rápidamente hasta convertirse en jefe de seguridad de Iván Archivaldo y Jesús Alfredo Guzmán Salazar. Fue operador de confianza, pero también fue —según Montenegro— quien “entregó a varios de sus miembros más cercanos”.

La acusación más grave: su participación en el secuestro de Ismael “El Mayo” Zambada, figura histórica del Cártel de Sinaloa. “La Perris estaba en esta célula de Los Chapitos, pero estaría más bien cercano al chapito que entregó al Mayo”, aseguró Montenegro. El secuestro habría iniciado el violento conflicto interno que desde hace más de 300 días fractura al cártel.

Así cayó “El Perris”: abandonado por su gente

La versión más cruda del final de Figueroa Benítez no la dieron las autoridades, sino el audio que circula en redes. Según Montenegro, en su último momento, “El Perris” pedía auxilio por radio: “Ayuda, estoy aquí a la vuelta, vengan, no que muy fregones, ¿no?” Nadie llegó.

Su equipo de escoltas lo abandonó. “Muchos de los grupos que estaban apoyando a Los Chapitos ahora están del lado contrario”, explicó el periodista.

La teoría que cobra fuerza es que integrantes de “La Mayiza“, brazo armado de la facción de Zambada, pudieron haber revelado su ubicación al gobierno mexicano. “Es muy fortuito que lo hayan encontrado en una casa solo, que sus escoltas lo hayan abandonado y que después le den un tiro de gracia”, opinó Montenegro.

Un sicario brutal, pero estratégico

A lo largo de su carrera, “El Perris” fue mucho más que un pistolero. Controlaba la red de extorsión de tragamonedas en Culiacán, traficaba armas, organizaba secuestros y dirigía comandos armados. Participó en el “Culiacanazo” de 2019, donde fue captado disparando armas calibre 50 contra la Marina, y en el violento enfrentamiento de Tepuche en 2020.

Pero también fue, según Montenegro, el principal delator de figuras clave del narco. “Brindó información de comandos como José Ángel Cano Zunza ´El Güero´, Kevin Gil Acosta ´El 200´, y otros nombres de peso”.

“El caso de la Perris es muy sintomático. En verdad es un traidor así con todas las letras, un traidor por antonomasia del cártel que como dice el escritor italiano Roberto Saviano, cuando tú traicionas a la organización, si huyes eh siempre estarás en esa lista ¿no? Nada podrá nada podrá borrar tu nombre y estarás, como dice, jodido para siempre”, señaló.

De un millón de dólares a un colchón viejo

Estados Unidos ofrecía un millón de dólares por su cabeza. Lo acusaban de traficar fentanilo, portar explosivos y realizar experimentos con víctimas humanas, a las que habría asesinado inyectándoles la droga. Era una figura de alto perfil, buscado por la DEA y señalado como uno de los generadores de violencia más peligrosos de Sinaloa.

Sin embargo, al momento de su muerte, el entorno que lo rodeaba no reflejaba poder. Según Montenegro, vivía entre paredes desgastadas, con un colchón y un fusil como únicos lujos. “Se rompe el mito del narcotraficante en una residencia superlujosa… vivía en condiciones deplorables”.

Con información de Quinto Poder.