Sinaloa

Cenotafios………………….BALAZO

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Lujos del narco, hasta después de su muerte… Las huellas de la violencia en Culiacán.

Aunque no existe un registro de cuántos cenotafios (altares erigidos para recordar al muerto en el sitio donde fallece) están instalados en la ciudad de Culiacán, para las autoridades sigue siendo la mancha urbana ya que la mayoría de ellas marcan las cicatrices de la violencia.

De acuerdo a líneas de investigación de ambientalistas, existen en Sinaloa más de dos mil 800 monumentos creados en memoria de personas que perdieron la vida en diferentes circunstancias. La mayoría de ellas por crímenes cometidos por manos enemigas.

En calles y avenidas de la capital del estado se ven en sus paisajes pequeñas obras arquitectónicas en forma de criptas, con leyendas y rezos del nombre del infortunado, así como su fecha de nacimiento y su último día de vida.

A la par del crecimiento de los homicidios provocados por la escisión del “Cártel de Pacífico” en 2008, éstos empezaron a ser más vistosos, no sólo por el incremento en cantidad, sino porque han sido adornados con lonas impresas con fotos y oraciones, globos de colores, flores sembradas alrededor de la cruz, pequeñas capillas, iluminación eléctrica, entre otros adornos utilizados en fechas importantes como cumpleaños, aniversarios luctuosos y navidades.

En el año 2010 el activista Óscar Loza Ochoa, dijo que los cenotafios expresan el dolor de la sociedad: “La gente busca guardar memoria de alguna manera. La ciudad es también un encuentro de sentimientos”.

Uno de los cenotafios más emblemáticos de la ciudad, es donde se recuerda la muerte de Edgar Guzmán — hijo del capo del cartel de Sinaloa, Joaquín Archivaldo “El Chapo” Guzmán Loera –, colocado en el área de estacionamiento del Centro Comercial “City Club”.

Édgar salía de la tienda acompañado de un primo cuando fueron atacados por comando armado que portaba lanzagranadas y bazucas. Días después se supo que había sido una confusión. Los responsables fueron colocados en la escalinata de un gimnasio y masacrados ante la mirada atónita de decenas de testigos.

Ahí yacen los recuerdos de la barbarie contra Edgar. Una muerte por confusión.

En el año 2013, el Ayuntamiento de Culiacán inició el retiro de los primeros cenotafios, sustituyéndolos por placas que rezan el nombre de la víctima año de nacimiento y el día de su muerte.

El retiro de los pequeños monumentos fue por la calle Francisco Villa y Heroico Colegio Militar, Mercado de Abastos, Puente Benito Juárez, Doctor Mora en la Colonia La Campiña, 22 de Diciembre y avenida Álvaro Obregón.

Días posteriores el Gobierno Municipal de Sergio Torres Félix detuvo el programa. El “narco” le había mandado un aviso que dejara de andar “tumbando” esos recuerdos.

Para Tomás Guevara Martínez, coordinador del Laboratorio de Estudios Psicosociales de la Violencia de la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Sinaloa, los cenotafios son un “testigo mudo” de la realidad que se vive en Culiacán. “Nos recuerdan en qué ciudad vivimos, qué es lo que ha pasado y qué es lo que sigue pasando.

“Hay una sociedad muy dañada, pero también me da la impresión de que buena parte de la población no asume las dimensiones de este daño y puede estarlo naturalizando y pensar que esa es la época que le tocó vivir”, añade el psicólogo social.

Esas cruces, que aparecen por miles en el municipio, han provocado la molestia de políticos locales que pretenden negar una sociedad herida, tanto que para este año se planea reiniciar el programa de sustitución de monumentos luctuosos iniciado en 2013. En esa fecha, el entonces alcalde Aarón Rivas –hoy nuevamente ganador de una diputación local- afirmó que el retiro era para dar la imagen de una sociedad tranquila: “Para que la gente que nos visita de fuera no las vea”.

Hace tres años logró intercambiar 450 cenotafios vistosos por placas de mármol discretas. Ramón Osuna, jefe del Departamento de Panteones, reconoce que la tarea quedó trunca: “Mucha gente nos dio permiso, otra nos dijo ‘Espérate tantito’ y otra nos amenazó, que no, que si los quitábamos ‘voy a ir por ustedes’… El programa se paró y lo íbamos a reinstalar este año, pero todavía no nos dicen para cuándo”, detalla.

Recuerdo de una ruptura

En el centro comercial Plaza Cinépolis hay otro cenotafio, éste mucho más sencillo que el de Édgar Guzmán, construido sólo con un par de maderos en forma de cruz, junto a un poste de luz y rodeado de una estructura de metal que protege la instalación eléctrica. Es el de Rodolfo Carrillo Fuentes, conocido como “El Niño de Oro” o “El Rodolfillo”, hermano menor de Amado y Vicente Carrillo Fuentes. En el ataque ocurrido el 11 de septiembre de 2004 también falleció su esposa, Giovanna Quevedo.

“La gente le ha hecho varias maldades a esa cruz”, dice uno de los lavacoches del lugar. Así como el cenotafio del hijo de “El Chapo” recuerda la separación de los Beltrán Leyva del actual “Cártel de Sinaloa”, el asesinato de Rodolfo marca el desencuentro y rivalidad entre Guzmán Loera y la familia Carrillo Fuentes, que lidera el “Cártel de Juárez”. Al tiempo, esa muerte desataría una ola de terror y muerte en el país.

Definición

Sustantivo masculino. Esta palabra se define a un monumento o estatua de modo funerario, o una tumba que está vacía en la cual no está presente el difunto la persona a que se dedica y los que desea como un recuerdo o conmemoración y catalogada como una edificación de tipo simbólica se hallan en Egipto y también en la actualidad en Argentina.

Etimología

Este término etimológicamente viene del latín “cenotaphĭum” y este del griego “κενοταφιον” (kenotaphion) que quiere decir sepulcro vacío.

Gran problema

Homicidios dolosos en Culiacán:

Año Cifra
2011 646
2012 551
2013 479
2014 399
2015 441
Total 2516

FUENTE: SNSP

 

 

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