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Opinión

El “Brexit” ha sido resultado de la irresponsabilidad

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¿QUÉ NOS DEPARA EL FUTURO EN LA UNIÓN EUROPEA? 

El peor escenario imaginable se ha hecho realidad: esta mañana Europa amanecía con la noticia de que Gran Bretaña ha dicho goodbye a la Unión Europea (UE). Visto desde México puede parecer una situación bastante caótica, sobre todo porque nadie sabe muy bien qué es la UE, cómo funciona, y qué ocurrirá si un país la abandona. Pero no se preocupen: desde Europa tampoco tenemos ni idea de nada de esto, ni sabemos lo que va a ocurrir.

Las razones de los que votaron Leave (dejar la UE) se pueden entender, e incluso respetar. En los últimos años, Reino Unido ha recibido un flujo de inmigración insostenible a largo plazo, sobre todo tras la entrada de Rumanía y Bulgaria en la UE en 2007. La libre circulación de personas entre países de la Unión ha sido a la vez un logro maravilloso y una bomba de relojería, y el deseo de un país de controlar sus propias fronteras no debería ser un concepto difícil de asumir. La amenaza terrorista y la inmigración sin control han sido los detonantes del referéndum tras el descontento acumulado. Además, Gran Bretaña, como economía más boyante de la UE, era de los países contribuyentes, y le salía caro su carnet de socia del club de los 28: en concreto, 13 billones de euros (recibiendo por otra parte 4,5 billones de la UE)

Pero los defensores del Stay  (quedarse en la UE) tenían razones de mayor peso si cabe. La historia de la humanidad se ha construido a partir de la eliminación de fronteras, no al contrario. Europa ha evolucionado desde las ciudades-estado hasta una unión política y monetaria que se ha erigido como uno de los mayores logros políticos del hombre. Sí, es cierto que a veces es frustrante que a uno le impongan decisiones desde una estructura superpuesta. Pero siendo claros, ni Gran Bretaña, ni Alemania, ni Francia ni España, por ejemplo, son actores principales ya en el mundo, y su influencia en política exterior es casi nula, sobre todo comparados con China, EEUU y las potencias emergentes. Pero la Unión Europea, junta, es la principal potencia mundial y el mayor mercado común. Ceder soberanía era un precio muy alto que pagar, pero forma parte de un intercambio por influencia de cara al resto del mundo. Perder soberanía a cambio de ganar influencia, perder voz y voto en tu país pero ganarlos de cara al resto del mundo. Además, esta cesión de soberanía es necesaria para coordinarse entre nada más y nada menos que veintiocho países, cada uno con cientos de años de historia propia, gran parte de ella contada entre guerras sucesivas, por cierto, que la UE ha logrado evitar durante más de 70 años.

¿Qué podemos esperar ahora? Dirigentes de la UE han pedido, en tono resentido, que la salida de Gran Bretaña se produzca cuanto antes. Es un hecho sin precedentes, y lo cierto es que nadie sabe con certeza lo que ocurrirá. Y es que Cameron no ha dimitido sólo por dignidad política, lo ha hecho también para no limpiar un desastre de proporciones épicas (menuda promesa electoral, la de su referéndum). La libra se ha devaluado, tendrán que buscar nuevos acuerdos comerciales, los europeos ya no podrán instalarse en la isla sólo con su carnet de identidad. La campaña del leave ha garantizado que los inmigrantes europeos que ya residen legalmente en el país verán garantizada su estancia indefinidamente, pero eso no está nada claro aún, y lo normal es que también haya que revisar la situación de 1,3 millones de británicos residentes en la UE, la mayoría de los cuales viven en España.

Los que han votado leave no tienen ni idea de lo que han hecho. Literalmente. Y los dirigentes políticos que han comandado la campaña no son capaces de explicar exactamente qué hará el país ahora. Lo cierto es que los partidarios de la salida de la Unión han sido por lo general los mayores de 50 y la derecha británica, espoleados por el ex-alcalde conservador de Londres, Boris Johnson, y Nigel Farage, el líder de UKIP (Partido de la Independencia del Reino Unido, formación muy a la derecha en el espectro político, y que ha pedido que el 23 de junio sea conmemorado como Día de la Independencia en el país: para llorar).  Han sido unos irresponsables. Los conservadores utilizaron algo tan trascendental como la pertenencia a la UE como moneda de cambio en la campaña política de las elecciones que ganó Cameron. Ni ellos ni los que votaron leave han tenido visión de futuro, carecen de sentido de estado y tomaron decisiones políticas populista y cortoplacistas.

Los partidarios de la salida se quejaban sobre todo porque muchas de las leyes que afectaban al Reino Unido se decidían en Bruselas, y porque muchos de los altos cargos de la UE son más tecnócratas que dirigentes políticos, y no son nombrados en elecciones. Y tenían razón. Pero eso no tenía por qué ser algo malo, como tampoco tiene por qué ser algo bueno un referéndum, algo que hemos comprobado hoy con creces. Si se hiciera un sondeo entre los votantes del leave para comprobar sus conocimientos sobre la UE y lo que ha logrado y aportado al Reino Unido, comprobaríamos que la gran mayoría no tiene ni idea. Aunque suene despótico, quizá, solo quizá, haya sido un grave error poner en manos de quien no tiene ni remota idea una decisión tan importante como dejar la Unión Europea.  

Los europeos no sabemos apreciar todo lo que ha logrado la unión. La libertad de poder viajar o irse a trabajar a cualquier país miembro sin llevar más que el carnet de identidad no tiene precio. Los avances sociales que ha traído la legislación europea a países y regiones del continente que se resistían a los cambios. El libre comercio interno sin aduanas, la cohesión de la inversión interna, la privilegiada situación que otorga el poder negociar de cara a los mercados extranjeros como una unión de 28 países, con una moneda fuerte. El brexit debería servirnos a todos de llamada de atención para empezar a valorar lo que tenemos, y para darnos cuenta de que tener más referéndums no tiene por qué ser necesariamente algo bueno.

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